jueves, 16 de febrero de 2017

Regreso sorpresa



Han tenido que pasar seis años para que Pipo regresara a su muy añorado (e idealizado) Lanzarote. Llevábamos tiempo planeándolo, pero el plan se precipitó en el mismo momento en que mi pie izquierdo hizo crack. Desde entonces, nos esforzamos por que los nanos no se enteraran de a dónde nos íbamos de viaje. Lo descubrieron cuando llegamos a la cola de embarque y se escuchó una voz que decía: "Comenzamos el embarque del vuelo con destino Lanzarote"... ¡A Pipo se le iluminó la cara!

Llegamos bien entrada la noche, cogimos el flamante Mazda CX3 que nos gestionó el gran Chiño (siempre de diez), y pusimos rumbo al apartamento que nos cedió en Puerto Calero. ¡Segunda sorpresa del día! 

El resto del viaje incluyó comer con Chiño en el mítico One de Marina Rubicón, salir a navegar en el no menos legendario Kitibi, visitar el sorprendente Rancho Texas (donde tuvimos la suerte de conocer a su creador, que nos regaló una experiencia inolvidable: pasar un rato con los leones marinos de la mano de su entrenador), acercarnos hasta Famara y comer riquísima pizza, cenar con Chiño y Ruth, y comer con Phillip y sus hijos. Un viaje de sólo cuatro días, ¡pero que cundió de lo lindo!

Contamos los días para repetir. Tic-tac, tic-tac...


Pipo enseñó a su hermana la playa de Yaiza, ¡y ambos se bañaron!

Cómo ha cambiado en seis añitos...
Alejandra, haciendo de Pipo en El Golfo
Momento inolvidable: conocimos a Pati en Rancho Textas
Pipo demostró sus dotes mariñeiras a bordo de su adorado Kitibi
El Golfo, uno de esos rincones especiales de Lanzarote
Nos despedimos deseando que nuestro avión no pudiera despegar...

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